martes, 8 de enero de 2013

Cavilaciones

Entiendo que la muerte realiza efecto de metamorfosis emocional en uno. Pensé en escribirle una carta con toda la franqueza de mis sentimientos, pero todo fue sólo un "pensé" mientras cavilaba las reacciones del destinatario. Somos ajenos y paradójicamente muy cercanos; llegaba a esa conclusión. Además, seguía cavilando, ella muy probablemente no se daría el tiempo en leer mis garabatos colmados de sensibilidad. Hace tres meses murió Gala, en efecto alude a la musa de Dalí, sólo que esta Gala recorría su mundo en cuatro patas, con cola larga, hocico negro, de abundante pelaje color miel, y no hablaba, sino que ladraba. Yo tuve que pasarle el Klennex a la mujer que lloraba la ausencia para siempre de su compañera canina. Para entonces el dolor no fue mutuo, cierto, trabé cariño con Gala, más no pasó de unas breves caricias sobre el lomo. Jack, otro cocker que aún le quedaba a la propietaria, entró en convulsiones, cuenta la propietaria; siete convulsiones en una noche. Ese canino, era muy tranquilo en la clínica, no demostraba sus emociones, no ladraba, no chillaba, no gruñía, era bien portado, sabía respetar lugares ajenos, aunque en casa, cambiaba su conducta, era fiero y valiente, entonaba graves ladridos, me contaba la propietaria. Por eso comencé a profesarle mucho cariño, tal vez ambos nos entendimos mucho ya que ninguno de los dos demostraba su sentimiento con el otro. La propietaria, llorando lo llevó a la clínica para hospitalizarlo, no pasó ni una noche, se fue como siempre, muy callado, con la rectitud de un roble, sus ojos siempre abiertos al mundo. Esta vez, la emoción fue mutua, el llanto de la propietaria parecía pertenecerme. La carta que pensaba en escribirle era, francamente no sé ¿qué podría decirle? ¿acaso mis palabras sensibles no iban a provocar llanto más llanto?. "disculpe, sólo quiero decir que aquí en la clínica, Jack, o, Jacko (como ella le decía) era un perro bien portado, y por lo tanto, siempre mantendré esa imagen en mi memoria" Tal vez, así sería el resumen de mi carta que posiblemente abarcaría tres cuartillas. Piojo, canino de otra propietaria, pasó a ser más mi mascota que de ella, si un día éste abandonara la vida, como lo hicieron Gala y Jack, yo me escribiría entonces mis cartas de condolencia.

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