viernes, 21 de enero de 2011

SEGUNDA CARTA A LA MUSA

A mi lectora extranjera

Se preguntará ¿porque extranjera? diré sin titubeo, porque no nos conocemos.

Inclino mi respeto hacia los que se dan la gran tarea de deducir el oficio del amor a través de rosas, chocolates, dinero y miles de detalles para impresionar a la amada; inclusive con chantajes hasta lograr la tarea de la seducción, entonces creen haber abarcado el campo universal del amor y degustan la satisfacción. Yo no pretendo sorprenderla con esos hechos triviales, admito que en efecto son la otra parte del amor, pero no importantes.

He dejado pasar unos días, quizás para aclarar su respuesta que dio a mi pregunta.
Es probable que no haya dado una clara explicación en mi anterior escrito y le reitero nuevamente, todo acto lleva un objetivo y mi objetivo es que sepa a ciencia cierta que no solo me he acercado por el color verde inigualable de sus ojos que a veces me recuerdan a las náyades de los poetas de antaño, en parte ha sido por eso; pero el deseo de conocerla, de abarcarla, de intentar comprender su misticismo femenino, su indescriptible sentimiento, ha sido el eje principal que me impulsó a hablarle; y no inventar su rostro, sus manos, su cabello, mucho menos sus labios en un poema.

En cuanto a su respuesta, puede que los nervios me hayan atrofiado los oídos, pero creo haber oído que dijo que tendríamos que conocernos, aquí es donde cabe nuevamente la posibilidad de acudir a la palabra esperanza y en ella me he de aferrar para deducir su respuesta, porque créame, esa respuesta que usted dio es tan compleja como la duda que me dejó, entonces aún no disiparé mis sentimientos.

Debo aclararle que los sentimientos amorosos que iluminan en algún momento el deseo, la ilusión, con el transcurrir del tiempo se vuelven insustanciales y se adhieren al alma para después tornarse remembranzas.
Adelanto un poco de mi biografía no disimulando en lo absoluto, vengo de un lugar lejano y sencillo, del verde sur del estado de Oaxaca, donde las mujeres no poseen más color de ojos que el negro, sus cabelleras que se manifiestan afables al viento, eso y más he de platicarle si me lo permite.
Ya para terminar, la invito iniciar una comunicación verbal, pero mi inquietud y desesperación me obligan a realizarle una pregunta ¿Qué posibilidad hay de pensar el amor a su lado? si considera una infinita posibilidad entonces preciso es pedirle su número. En dado caso que las posibilidades que me trazan mis ilusiones fuesen vanas; entonces no requiero de un número y así seguir preservándola en el misterio, como cuando antes de atreverme al café. Y en nada me cautiva la magia de la amistad femenina, como la incertidumbre de su amor.
Nuevamente gracias

domingo, 9 de enero de 2011

NOSTALGIA

Caminos con el destino de siempre, árboles viejos sin nuevas ramas que retoñen, rostros con los que alguna vez se familiarizaron mis ojos, ahora desfigurados por los años, esquinas donde gusanos, bichos, cucarachas fundaron su territorio y frente a una mirada desconocida adoptan posición de ataque. Los años como un zumbido, como una saeta pasan atravesando nuestro cuerpo y sombra. La nostalgia arremete con toda intención a mi memoria y adopto su máscara por un momento