lunes, 21 de mayo de 2012

DESDE UN CUARTO PISO

Desde un cuarto piso, lejos de usarlo para el placer, me he puesto a admirar la ciudad. Una cosa magnífica, pero nada comparado como el día de ayer 20 de mayo del 2012 desde la cima del tezontle, subir cuesta, a medio camino uno ya saborea el dolor de garganta, la sed se hace presente como la sombra bajo los pies y es válido detenerse a descansar pero no abusemos, hay que llegar siempre al propósito, no solo de la mirada sino del cuerpo entero.
Al llegar, mis amigos y yo le otorgamos libertad a nuestros ojos y éste se dispersó sobre la ciudad entera, como las nubes que se arrastran sobre los techos. Las casas entonces se multiplican, están uniformes, algunas cuestiones -breves- se salen de contexto, pero no es problema, se soluciona con un simple -no miro- y listo. Cierto, también uno experimenta un escalofrío desde la punta de los pies hasta el corazón, si no está acostumbrado a las alturas, inclinar el cuerpo con mucha cautela, mirar abajo, y ver como se desmoronan las piedras arenosas provocan vértigo, y no queda otra salida más que pisar despacio, muy leve para asomarse, claro, por un solo instante, después con la misma discreción, regresar el cuerpo hasta que esté derecho, voltear y emprender la huída.
Para bajar, existen dos alternativas, uno, por donde se subió y el otro, sobre las arenas, nosotros elegimos el segundo, fue una cosa magnífica, los pies se hunden entre las diminutas piedras y sin embargo este mismo nos arrastra cuesta abajo, los pasos deben ser muy breves ya que si uno se encarrera no hay modo de detenerse, eso mismo le sucedió a uno de mis amigos, según él, le ganó la emoción, lo cierto es que improvisó un freno, meter los pies para caerse y girar e incorporarse. Se llevó unos raspones de espalda y el susto, por eso no hay porqué encarrerarse ni emocionarse. Desde un cuarto piso no es la misma experiencia, mejor sigamos usandolo para darle cuerda al placer, sobre todo en época de frío.

viernes, 18 de mayo de 2012

COMUNIÓN PANORÁMICA

Tengo una mirada establecida en otro horizonte, así pues, algún día se encontrarán nuevamente.