sábado, 5 de junio de 2010

PERDÓN

Hace no mucho que salí con una mujer de quien disfruto su compañía y su agudeza de sacarme de la excentricidad de mi silencio con apenas unos breves movimientos de sus manos.
Recuerdo que nuestra conversación se había encaminado al tema de la novela "la narrativa" del que yo había hablado sin ningúna perspicacia, es más, le había comentado que no encontraba deleite en un género del cual me considero aislado debido a mi falta de talento en narrar una historia. Sin más, ella aceptó mi punto de vista pero no quedando convencida con apenas unos escasos argumentos de mi arrogancia novelesca. Cualquier tema cambia con un zumbido de abeja, con un cláxonazo que lleva el objetivo de reventarnos los tímpanos o con cualquier cosa que muchas veces consideramos absurdas, en nuestro caso no había sido por ningúno de estos puntos mencionados, había sido por una sonrisa -su sonrisa- esos labios que exteriorizan bien la alegría. De pronto nos observamos dentro del tema del perdón, tema por demás un tanto religioso, pues el perdón es un elemento primordial de la iglesia para ir al paraiso. Ella había iniciado a deshilvanar con una anécdota esa palabra, pero mi interés la despertó cuando mencionó que la palabra perdón ya no era una cualidad del ser humano sino sólo una complacencia, una necedad para tranquilizar al otro "al dañado" y supuestamente para despejar la mugre de la conciencia -cosa por demás inútil- no argüí en lo absoluto, armonizé con su punto de vista tan radical,
Oscar Wilde decía "perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más"
muchas veces nuestro acto de perdonar implica nuevos problemas, y por eso convengo con Johannes Brahms que dice "si hay alguien aquí a quien no he insultado, le pido perdón" creo que es una forma más sensata de pedir perdón que lo que menciona Wilde y sin inmiscuirnos en nuevas disputas.

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