viernes, 4 de junio de 2010

DIOS Y SUS INVITADOS (crónica literaria)



Es la última campanda, nos advierte mamá.
Significa que tenemos que abandonar este cómodo colchón para ir a un lugar totalmente distinto, donde todo es oído, silencio y amén.
Los domingos según sé, Dios lo hizo para descansar, entonces no comprendo cómo es posible que este día nos levanten más temprano que entre semana.
Mi hermana es la primera en abandonar la cama, como siempre obedeciendo a mamá, a mí me levantan con amenazas, tengo que obedecer. Mamá ya está lista con su Biblia en mano.
Aunque un poco tarde, ya estamos en la entrada de la casa de Dios, mamá dice que él es bueno, así que no tiene porque molestarse por nuestra impuntualidad, pero tambien se sabe que Dios es grande y eso si me consta, pues la puerta de su casa es verdaderamente gigante, huele a madera barnizada y está adornada con diminutos ángeles, mi hermana dice que ellos son los que se encargan de dar la bienvenida a todos aquellos que entran a la casa.
Ya dentro es sorprendente ver a mucha gente, desde bebés hasta ancianos, como si al interior de esa casa fuera a obsequiarse la vida eterna, todas las bancas están ocupadas y muchas personas más están de pie. El padre ya está hablando o como dice mamá, nos está comunicando la palabra de Dios, viste una túnica blanca y encima lleva la casulla sin adornos y la estola que parece una bufanda, tiene de adorno una cruz en cada punta y con la Biblia en mano igual que mamá; lee un fragmento que dice así “ el mundo pasa, y pasa también con él su concupiscencia, más el que hace la voluntad de Dios, permanece eternamente”. No entiendo lo primero, lo último sí, lo de permanecer eternamente, pero sé que eso es mentira, mi papá también traía siempre la Biblia en manos y ya no está con nosotros.
La casa de Dios es muy bonita, cuando uno entra, lo primero que puede observar son los ángeles en el techo, los colores de oro muy llamativos, los santos de diferentes tamaños y colores, la virgen de Guadalupe que siempre está con su cabeza inclinada y sus manos juntas como si guardara algún secreto en ellas, después si queremos observar más, podemos ver la cara de asombro que ponen algunas personas cuando el padre está leyendo la Biblia, y otras más están rascándose la cabeza como si la palabra de Dios los hubiera acariciado. Esta casa aparte de ser muy atractiva por dentro, es algo mágica, cuando el padre habla, su voz suelta un eco muy ligero, además ésta cuenta con agua bendita, mamá dice que no es ingerible porque te puede causar malestar estomacal, chistoso ¿verdad?, pues supuestamente todas las cosas de Dios son buenas, pero resulta que el agua de su casa es mala.
Como es gigante la casa, tiene varias ventanas y hay flores que antes sirvieron de adorno pero con el paso del tiempo se fueron marchitando y pasaron a ser basura, tiene un estante pequeño de libros con títulos como Mi primera comunión, Mi bautizo, El matrimonio, San Pedro, El evangelio, Padres y otros más. Nosé para que tiene Dios una casa tan grande y tantas comodidades si nunca está; tiene invitados, ángeles que dan la bievenida, personas que hacen el aseo, flores con aromatizantes. Dios, quiero contarles, recibe dinero, pues cada día que termina la misa, pasan a pedir con una canasta, la limosna para darle mantenimiento a su casa, además usa mucha luz, tiene ventanas grandes donde se asoman los rayos del sol, tiene veladoras encendidas, aparte tiene luz electrica, nuestra casa es pequeña no tenemos ni un perro que nos de la bienvenida y aparte nos hemos quedado sin luz, pero mamá dice que en una semana eso se resolverá, pues el gobierno lo ha prometido.
El padre comienza una oración y la gente que se encuentra sentada se tiene que levantar para persignarse y seguir la oración que el padre ha iniciado, como yo no sé persignarme, solo realizo algunos ademanes que se parecen mucho a una persignación, mamá ha intentado muchas veces que yo logre ese objetivo, pero me resulta complicado, así que ella ya se dio por bien servida con que yo me presente a la casa de Dios.
Ya casi termina la misa, el padre está cantando una canción y la gente le hace coro, como no me la aprendí, pues no la recuerdo.
Pero también Dios es muy extraño igual que mucha gente, ¿cómo es posible que tenga un ataúd dentro de casa, y en él haya un hombre acostado con una corona de espinas? A él lo he visto en la televisión cargar su cruz y miren a donde fue a morir. Si yo fuera Dios, lo enterraría, para eso se hicieron los panteones, es allí donde fuimos a enterrar a papá, mamá me dijo que allí era la casa de los muertos.
Algunas personas lloran cuando se acercan a ese ataúd, acarician el vidrio, se persignan y le dejan dinero, pero es mucha fila y muchas veces mamá se desespera, como era tanta la desesperación de ella, le dije que cuando yo muera, también quiero estar en un ataúd de vidrio y que me pongan del otro lado para que la gente no se desespere y la fila disminuya. La respuesta de mamá fue un coscorrón. No comprendí su actitud; ella debería seguir la palabra de Dios debe ser buena con los hijos y no pegarles.
Estará muy bonita la casa, pero es muy aburrida, lo único divertido que puedo encontrar en esa casa no es precisamente ver a niños de mi edad (pues no tiene caso, ya que no se puede jugar dentro) sino los santos, esos santos que tienen una cara de espanto, una cara seria, pues es divertido porque apuesto con mi hermana a que les gano en una retada de miradas, por desgracia siempre pierdo, ellos jamás parpadean. Le pregunto a mi hermana, ¿porqué nunca parpadean? ¿tampoco se aburren de estar en el mismo lugar? Cada domingo que venimos están en el mismo sitio, mi hermana responde que tienen que obedecer a Dios, ellos son los encargados de vigilar que la casa siempre esté en orden, por eso jamás parpadean. Pero para mí, eso es muy aburrido, estar en el mismo lugar sin moverse, sin hablar y sin parpadear por eso yo no quiero obedecer a Dios.
Antes de la última oración el padre nos ordena dar un saludo de paz a personas desconocidas, quienes muchas veces abusan de su fuerza y aprietan tan fuerte mi mano.
En la última oración que hace el padre toda la gente cierra los ojos y abren los brazos y comienzan a rezar, mamá me ordena que cierre mis ojos, lo hago, abro los brazos y comienzo a bostezar, me tapo la boca, abro los ojos y miro hacia afuera, sí, allí esta la diversión, está el parque y veo a muchos niños que se corretean y es tan divertido lo que hacen.
La gente junto con mamá se forman para ir a recibir la carne y sangre de Cristo, -nunca me he formado, porque no me gustaría comerme la carne de una persona, mucho menos bebería su sangre, eso lo he visto solo en la televisión y son los vampiros los que chupan y beben la sangre, pero para mí sería asqueroso. Lo único que quiero es salir a correr, respirar y nuevamente sentirme vivo.
Vuelvo los ojos en donde estoy y hay otros tantos niños como yo que seguramente están preguntándose si Dios alguna vez se aburrió tanto, cuando fue a visitar la casa de alguien más.
Por fin después de una hora el padre menciona las palabras que desde el principio quería escuchar “hijos, podéis ir en paz, la misa ha terminado”.

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