Estar unas horas con la persona que se ama y saberla de los pies a la cabeza, mirarla y suscitarle unos parpadeos y algunas sonrisas.
Involucrarnos en un parque y desconocer su horario de cierre. Quedarnos atrapados en ese diminuto edén porque un candado ha sellado la salida.
Terminar el encuentro con dos tazas de café.
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