domingo, 12 de diciembre de 2010

PROSAS PRESAS (DE LAS TANTAS CARTAS)

22/11/2010
En la entrevista pasada que mantuvimos usted dio una respuesta inteligente y por demás literaria que me conmovió en lo absoluto. En un arranque de deseo pedí que rompiera las primeras tres cartas que le había mandado y de ahí partió todo nuestro coloquio de tarde.
Su respuesta fue la siguiente cuando le dije que había corregido las cartas
—corregir las cartas es corregir los pensamientos— No pude decir nada, mi silencio fue un acto de placidez.
Su respuesta tuvo cierto rango estético y emocional, y eso la ubica a usted como una parte íntima literaria mía, asunto que no quiero que la deprima mucho menos que la enoje, no, eso jamás, usted sabe que el acto literario requiere elementos muchas veces tangibles.
En estos días un tanto desequilibrados climáticamente he pensado que usted bien podría regalarme algunas palabras impresas, ya que no poseo ni uno, ni una respuesta suya conservo, las pláticas son otra cosa. Es cierto eso lo que dicen —las palabras se las lleva el viento— muchas veces nos ha tocado conversar en compañía del viento y no alcanzo a oírla, y es entonces cuando disfruto mucho observarla, acomodarle el cabello y despejar su frente, tratar de definir ese color terco y travieso en sus ojos. Amo de verdad su presencia, su mirada, su a veces silencio prolongado, sus gestos inquietos, usted, usted.
Quizás se cuestione y diga como otras veces ¿Pero que te puedo decir? ¿Qué te puedo escribir? no sé que decirte. Hay mucho que decir, para comenzar bien podría llenar una plana con estas tres cuestiones y entonces se daría cuenta que ha escrito demasiado. Sólo es una noble sugerencia mía, no me crea tanto, en lo absoluto.
Mientra escribía esto, observaba a la luna, debo decirle que escribo en las noches sus cartas, porque es cuando ya tengo despejada la mente y entonces es fácil pensarla, recrearla, y su persona me llega completa para recibirla con mis ideas. Bueno, observaba a la luna, tengo siempre una ventana abierta para mirar la luna no las estrellas por que son más egocéntricas, tienen una beldad muy microscópica, en cambio la luna es grande, altiva, ilumina quizás hasta los pensamientos.
¿Tendré algún día una carta suya? No pido un tratado sobre las emociones, ni tampoco una exagerada formación de ideas, sólo es una carta.
Hasta entonces

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