lunes, 22 de noviembre de 2010

CARTA LITERARIA A UNA MESERA OAXAQUEÑA

(a una hermosa mesera que se llevó mis palabras en su buen servicio y suma amabilidad)

Señorita Rubí ¿qué tanto puedo cantarle a su belleza? en un poema no basta, la poesía es sólo una sombra de la realidad. Intenté calmarme con mirarle, sonreirle, hablarle; mas todo fue en vano.
¿Qué la hace hermosa? ¿El paisaje oaxaqueño? ¿El cielo transaparente con sus sonámbulas estrellas? ¿O es que mi sensibilidad de percepción está tan trabajada que es dificil responderse con palabras y es conveniente sólo mirarla, tocarla y amarla? fuese lo que fuese su belleza ya descansa en mi memoria.
Desde que usted se nos acercó a nuestra mesa, los cuatro abandonamos la mirada a su rostro y excelsa figura a su sonrisa y amabilidad en su expresión, nos abandonamos en usted.
Usted fue la musa tangible del "Epigramaa" que le entregué la primera noche y el segundo que le entregué era ya un poema; poema que fue construido con su imagen.
Puede que usted ya jamás nos vuelva a pensar -acto que lamentaré demasiado- o peor aún que ya no me piense a mí, al autor del epigrama y el poema y esta carta.
Hubiera agradecido mucho estar a su lado durante esta permanencia nuestra de una semana aquí en Oaxaca, habríamos ido a recorrer el parque, a observar a las palomas que caminan siempre coquetas, a ver llorar y reconciliarse los novios a oir a los músicos callejeros y cerrar la misteriosa noche oaxaqueña con una taza de café, quizás no le guste a usted este ritmo de divertimento mío, pero yo me habría acoplado a usted.
No me formo una esperanza a su lado, puede que usted esté casada y respeto al matrimonio, sin embargo habría sido maravilloso estar en el ámbito amoroso con mi musa de paso.
Me despido amablemente como usted con su siempre impecable servicio. Gracias

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