domingo, 18 de julio de 2010

PRIMEROS SÍNTOMAS

Este texto por un momento creí verlo en el olvido debido a su breve desaparición en mi computadora

El café es dañino, me recalcó el médico.
Observo mi taza cargada de café, por un momento doy demasiada consideración a la advertencia del galeno, no obstante, mi deseo suprime tal opinión.
Cada noche, la taza consume grandes cantidades de café; comienzo a ver en ella los primeros síntomas. La semana pasada tenía apenas un color sombrío, anoche la vi más oscura, hoy luce un negro intenso.
Mi tía no le da importancia a mis vaguedades de locura como ella le llama. Dice que la taza está decorada de ese color.
Me tranquiliza pensar en su idea. Así que mis labios van por el último sorbo de café para dejar en paz a la taza decorada pero, ¡zas!, resbala de mi mano y da contra el piso haciéndose añicos al compás de un campaneo estridente.
No pudo haber sido mi mano, ya hace tiempo se familiarizó con el asa. Sí, ya lo suponía, los primeros síntomas son siempre una advertencia.
El café se dispersó por debajo de mis zapatos, ahora el temor anda tras mis pasos.

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