martes, 6 de marzo de 2012

LA MUSA



Esta noche me he puesto a pensar en aquella mujer que me otorgó estos dos poemas. La poesía no se pide, la poesía no llega a los ojos del poeta si una "musa" exige estar dentro de unos versos. Exigir implica manipular las ideas y emociones del creador y por lo tanto el poema podrá o no existir en un modo honesto. En ocasiones he tenido, deseado tantas ganas de escribirle poemas a todas las mujeres que me han gustado, pero el gusto es mera seducción de los ojos y no del alma, no ese gusto que despierta cierta incertidumbre una mujer. Así esta "niña" de carne y hueso, sin demandar estar presente en un poema, sedujo mi creación poética. Pero toda musa posee algo, en este caso, esta poseía unos ojos verdes, cuántas veces la miré, la observé e intentaba rayonear algunos versos sin lograr un poema. Tuve que darme el valor de invitarla a salir (primera imagen poética, el acercamiento) linda ella, aceptó gustosa, salimos, ahora me encontraba más cerca de mi poema, podía palparla, hablarle, oírle, y detallar con la luz de mis ojos su mirada. Bastaron tres salidas para finalmente intentar pisar el terreno amoroso, lo logré, todo estaba bien hasta ese momento, más, así como el día siempre cambia así cambió todo. El amor a su lado era frío, no me bastaba sus besos, sus palabras, sus caricias, yo necesitaba algo mas que esas cuestiones de enamorados, algo en mí molestaba diario. Al mes la relación fracasó y entonces, ahí se dispararon las palabras en forma de versos, un año en terminar dos poemas, cada palabra me tranquilizaba y comenzaba a amarla y a disfrutarla en cada verso y cuando al fin los poemas estuvieron listos, supe que el amor a ella estaba en la poesía. Las palabras amorosas habitan en ciertas mujeres.

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